¿Con qué pueden jugar los niños y niñas? Material reciclado y no estructurado





Un material no estructurado es aquel que no ha sido pensado con un fin de educar o jugar, pero ofrece infinitas posibilidades. Las ventajas de los materiales no estructurados es que son económicos y promueven la conciencia de reciclaje de las criaturas y de nosotros mismos.

Todos tenemos en nuestro hogar material que no encontramos en los estantes de las tiendas, y por los que nuestros hijos muestran interés: Corchos, telas, rulos del pelo…de repente encontramos en medio del pasillo o en la cocina a  las criaturas jugando con éstos elementos y entonces nos hacemos la siguiente pregunta: Con tantos juguetes que tienen…¿ Por qué no les hacen caso? La respuesta es sencilla: Las criaturas aprenden por sí mismas a través del juego, y de la conexión que existe entre el niño y el material. De esta manera cuando ofrecemos un coche a un niño o niña, tienen el conocimiento necesario para no tener que realizar un ensayo-error: Un coche es un coche, lo vemos en la calle, en la televisión y todos hacen absolutamente lo mismo: Sus ruedas giran, el vehículo se desplaza…la función está clara: ese juguete tiene un fin.

Si ofrecemos un corcho, las criaturas podrán hacer rodar, lo pondrán sobre la base plana, podrán poner unos sobre otros, construir torres, hacer series, lanzar, etc. Estamos dando la oportunidad de hacer un esquema que le permita aprender a partir de la interacción.

Un listado de material no estructurado que todos podemos tener en casa son: telas, corchos, tapones, rollos de papel higiénico, botellas de plástico, rollos de papel higiénico…






Tenemos que tener en cuenta   también, que tenemos en casa bastante material de desecho que acaba en los contenedores . En España se generan 2,1 millones de toneladas de plástico, de los cuales sólo se reciclan   el 34%.

Nosotros podemos contribuir no sólo a reducir el volumen de material que acaba en los contenedores, sino que también dando una oportunidad para que nuestras criaturas los utilicen como material de juego, se produzcan muchos menos materiales destinados al juego fabricados a partir de compuestos plásticos.

Así pues, podemos dejar que las criaturas transformen todos estos materiales en nuevas experiencias de juego, dando la opción de que sean ellos los que puedan crear una alternativa de juego con procesos cognitivos derivados de los distintos contextos que les ofrecen. Por ejemplo, con los rollos de papel podemos observar cómo los colocan en vertical, en horizontal, la sensación rugosa que sienten con este material, pueden introducir objetos por dentro, ver cómo caen, cómo salen por el otro lado, cómo se destruyen al apretar el cartón, etc.

En definitiva, podemos ofrecer un material distinto en nuestros hogares que enriquezca el juego del niño y contribuya a una menor contaminación.

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