¿Funcionan los premios y los castigos?

Los premios y los castigos son uno de los recursos más utilizados por los progenitores, educadores, familiares, etc.; para conseguir en los niños/as la conducta deseada, ¿Quién no ha escuchado alguna vez, o incluso crecido, con premios o castigos que sus familiares les daban para conseguir que obedeciesen?  Como, por ejemplo: “Si recoges todos los juguetes te comprare una golosina”, “Si te lo comes todo, podrás ver la televisión…” 
En cierto modo es normal, teniendo en cuenta que es un comportamiento muy arraigado en nuestra sociedad y, de algún modo, lo utilizamos prácticamente sin darnos cuenta. Pero, ¿es bueno utilizar los premios y castigos para conseguir que nuestros hijos/as se comporten como esperamos o les pedimos? 




Premios y castigos son dos caras de la misma moneda  


El castigo pretende asociar una consecuencia, en general negativa, a una conducta considerada incorrecta con la finalidad de modificarla o suprimirla; por lo tanto, será algo parecido a “adiestrar”. Pero… ¿Son estos refuerzos negativos realmente eficaces? Muchos estudios indican que para educar en responsabilidad son más eficientes y efectivos a largo plazo otros métodos como fomentar la motivación, crear vínculos seguros y analizar las emociones que han originado dichos comportamientos disruptivos.  
Solemos pensar que premiar una conducta “buena”, resulta beneficioso para la criatura, ya que se obtendrá una recompensa que la motivará a seguir actuando de esa manera y repetir la conducta deseada (para nosotros/as). Pero realmente los premios son la cara B. Sin duda, al igual que los castigos, los premios son herramientas conductitas que funcionan a través de la motivación externa. Es decir, a través de castigos y premios, se pretende erradicar las conductas que consideramos negativas y fomentar aquellas que nos parecen deseables.  

«La premisa del conductismo es que el niño no tiene interés en aprender por sí mismo, hay que inculcárselo desde fuera hacia dentro, a base de premios y castigos.» 
– Catherine L’Ecuyere – 


Entonces, ¿no tienen ninguna ventaja los premios y castigos? 
La única ventaja que podemos encontrar, es que funcionan a corto plazo. 
Los castigos: tienen efecto inmediato. Acabamos de golpe con la mala conducta. 
Y con los premios ocurre lo mismo: Si cada vez que mi hijo/a hace algo yo le obsequio con algo que le gusta, estará más motivado/a para seguir repitiendo esa conducta en un plazo breve. El problema es que, a la larga, la conducta se extinguirá si no seguimos reforzándola  con premios, que además deberán ser cada vez más atractivos. 

Inconvenientes de los castigos 


No suele haber relación entre castigo y conducta: “Si no te comes la sopa…no verás los dibujos”. ¿Significa esto que si no quiere ver la tele no hace falta que se coma la sopa?Genera sentimientos de ira, rabia, injusticia: La próxima vez lo harán sin que lo sepamos, así no habrá castigo. 

No se centran en las emociones que han generado dicha conducta y sin identificarlas y trabajarlas no solucionaremos nada. Ni en cómo se sienten las criaturas ante el castigo. Por miedo a equivocarse, la criatura no innova, no crea, no investiga, no experimenta, no aprende… 

Dejan de manifiesto la superioridad del adulto frente a la criatura, e impiden que el/la niño/a reflexione sobre su responsabilidad. 

Inconvenientes de los premios 


Pues, aunque sean menos evidentes que en el caso de los castigos, los inconvenientes que encontramos al usar los premios y refuerzos positivos como herramienta educativa no carecen de importancia. 

  • No se motiva, se recompensa: es decir, la criatura actuará para que le recompensemos y premiemos, pero no por su satisfacción personal y por el placer que supone hacer las cosas.  Además, querrá hacer las cosas rápido solo para obtener el premio. Serán personas que valorarán lo que se consigue, pero no cómo se consigue. 

  • Se convierte en una “exigencia: Si recompensamos a los niños/as con premios para conseguir, por ejemplo, que hagan la cama, no debemos extrañarnos si cuando les pidamos que recojan su habitación nos preguntan qué les vamos a dar a cambio. 

  • Crean dependencia a la aprobación externa: a menudo, el refuerzo positivo no es tan obvio como comprar un regalo, sino que consiste en un halago, un reconocimiento o una muestra de orgullo por nuestra parte. Es prácticamente imposible evitar halagar nunca a nuestras criaturas y tampoco sería lógico. El problema es que si nos pasamos el día diciendo el clásico “muy bien” y halagándolos cuando hacen lo que queremos, el mensaje inconsciente que llega es “solo soy reconocido y valorado cuando hago lo que ellos quieren”, y como a todos/as nos gusta sentirnos aceptados/as y queridos/as nos olvidamos de lo que nosotros/as queremos. Por ejemplo, si cada vez que nos enseñan un dibujo les decimos “muy bien” en vez de preguntarles cómo lo han hecho, si les gusta a ellos/asetc.…corremos el riesgo de que empiece a dibujar por conseguir nuestra valoración y aceptación y no por el placer de hacerlo. 

  • Generan una falsa autoestima: la autoestima es la valoración positiva que hacemos de nosotros/as mismos/as, que se traduce en autoconfianza y seguridad. Si dejamos que su valía dependa de la aprobación externa, estaremos condicionándoles siempre por lo que los demás piensen de ellos/as. 
    Si no les damos la posibilidad de reflexionar sobre sus acciones, de interiorizar valores por sí mismos/as, sólo actuarán en función de la recompensa del otro. Le costará mucho pensar por sí mismo/a si solo se han dedicado a obedecer por agradar o por miedo al castigo. 

    Premios y castigos son por tanto dos caras de la misma moneda que, aunque nos parezca mentira por su uso tradicional y general, terminan por ofrecer más consecuencias negativas que positivas.  


Esperamos que estas reflexiones os hayan ayudado a daros cuenta de lo importante que es educar en responsabilidad para tener unas criaturas autónomas, críticas y creativas. ¿Y vosotros/as? ¿Os habíais planteado alguna vez estas cuestiones? ¿os parecen necesarios los premios y los castigos? ¿Qué alternativas se os ocurren? 
En el próximo post os daremos algunas alternativas a los premios y los castigos. 

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