ACOMPAÑANDO EL MOMENTO DE LA COMIDA, UNA ACTITUD QUE GENERA SEGURIDAD

 

“Esta familiarización es, naturalmente, mutua. El niño también empieza a conocer al adulto y en primer lugar, la mano del adulto.” “¡Qué diferencia, qué imagen tan distinta tendrá el mundo para el bebé, si se encuentra con unas manos tranquilas, pacientes, cuidadosas, a la vez que firmes, que si lo hace con otras impacientes, duras, precipitadas, inquietas, nerviosas!”  (Pikler, 1940)

El acompañamiento en los momentos de comida ofrece una experiencia tanto para las criaturas como para las personas adultas, es una oportunidad de encuentro y conexión en la que se activan gran cantidad de sentidos para ambos (vista, tacto, oído, olfato).

 

Presencia plena

Durante el momento de la comida es importante que la educadora revise cómo se siente, y active su capacidad de autorregulación, para poder ofrecer a las niñas y niños una presencia total. De esta forma, podrá ajustarse a las necesidades de las criaturas, generando las condiciones necesarias para una atención de calidad.

Los momentos de comida son una oportunidad para fomentar la individualidad. Dicha palabra suele ir asociada a una ratio o a un número, sin embargo, la individualidad también forma parte de una capacidad actitudinal por parte de las personas adultas, un querer estar por y para las criaturas, realizando un acompañamiento de calidad, donde cada palabra o gesto cuenta. Será de vital importancia desprendernos del ritmo diario precipitado y no caer en el error de hacer varias cosas a la vez, de modo que podamos acompañar con una presencia plena.


La conexión y comunicación proporcionan una experiencia placentera

El momento de la comida suele ir relacionado únicamente con la alimentación, pero debemos también tener en cuenta que es un momento compartido, un momento de relación social.

La importancia de ese momento no debería venir de la cantidad de comida que la criatura toma, sino del simple hecho de compartir ese momento, buscando como principal foco la conexión plena con los niños y niñas, sin juicios ni expectativas. Dando importancia tanto a la comunicación verbal como a la no verbal: la modulación de la voz, el ritmo del habla, el tacto, los gestos, la posición del cuerpo, la mirada.

Este diálogo con las criaturas es importante que lo entendamos como un proceso comunicativo bidireccional, ambas personas somos emisoras y receptoras, en el mismo plano, por ello tendremos muy en cuenta lo que las criaturas nos transmiten tanto con su comunicación verbal como no verbal. En este diálogo son importantes la anticipación por parte de la persona adulta y la aceptación de la criatura.  Anticipar cada acción, para que sean comprendidas, dando tiempo para que la criatura tome su decisión, de aceptación o rechazo de la comida que se ofrece. Este diálogo, de anticipación y espera, es fundamental para que la criatura viva la experiencia como placentera.

Acompañaremos a las niñas y niños en su recorrido, promoviendo su autonomía, alejándonos de la idea de hitos a alcanzar y cambiándola por la de oportunidades a ofrecer, confiando en su capacidad y ofreciendo ayuda cuando sea necesario.  De esta manera, los niños y niñas no observarán a las personas adultas como alguien con expectativas sobre ellas, lo cual les libera y promueve su autoestima.

 

Organización previa del entorno

El tiempo y el espacio

La organización previa del entorno en el momento de la comida es fundamental para potenciar la individualidad y una atención de calidad. Un espacio previamente pensado y preparado permitirá que la persona adulta pueda estar más presente durante la comida, a la vez que favorece la autonomía de las criaturas. Daremos el tiempo necesario al momento de la comida para que sea un momento calmado y de disfrute. Reorganizaremos el espacio y los materiales para poder atenderles y que, en la medida de sus posibilidades, puedan colaborar fomentando el desarrollo de sus capacidades y autonomía.

Los materiales o utensilios

Respecto a la preparación y disposición de los materiales, tendremos en cuenta algunos criterios que hagan que ese momento sea más cálido y familiar. La superficie de la mesa o el mantel serán lavables, y tanto la vajilla como la cubertería estará en buen estado e invitará a su uso. El cristal, el vidrio, la porcelana y el metal son materiales que ofrecen un mayor atractivo, debido a que ofrecen un peso más estable y real de los elementos de la vida cotidiana y se pueden limpiar con facilidad, por lo que limitaremos el uso de vajilla y cubertería de plástico.

 Es habitual que las criaturas en sus hogares utilicen otros utensilios diferentes, como puede ser el vaso de pico o el biberón para beber agua. Los cambios hacia estos nuevos elementos en la escuela se harán de forma progresiva, de tal manera que se puedan usar durante algún tiempo ambos utensilios, para que la adaptación a estos nuevos utensilios sea de forma paulatina.

 

Acompañando la comida en regazo

El regazo tiene la particularidad de ofrecer a través de nuestro cuerpo un sostén físico a los niños y niñas y por lo tanto una comunicación no verbal con nuestro tono. Por ello es de vital importancia que las personas adultas estén relajadas y adopten la postura idónea, para evitar transmitir tensión, incomodidad, prisa, etc., de tal forma que ese momento se perciba como placentero.

La educadora sostendrá al bebé contra ella en posición ligeramente oblicua utilizando nuestro brazo para apoyar su cabeza y su zona de equilibrio (desde el coxis hasta la unión de la columna con la cabeza), permitiendo al bebé poder tener sus dos extremidades superiores libres para poder sostener el biberón o el vaso en caso de que partiera de su iniciativa. La educadora estará sentada cómoda y relajadamente, pera ello tendrá los pies apoyados intentando que las piernas le queden en un ángulo de 90º, utilizando para ello si es necesario un reposapiés.

Se sostendrá el biberón o el vaso utilizando la menor superficie de la mano (sosteniéndolo de la base con la yema de los dedos), para permitir que quede el mayor espacio libre del biberón y, que las criaturas tengan la oportunidad para colocar sus manos.

 La comida triturada se ofrecerá en vaso, con la mano del mismo brazo sobre el que se apoya la espalda de la criatura, mostrándoselo, para poder ofrecer la posibilidad a las criaturas de colocar sus manos, cuando surja su iniciativa. La cuchara se sostendrá con la mano contraria, mostrándosela a la criatura a la altura de sus ojos y un poco inclinada para que pueda observar su contenido.

La secuencia del proceso irá acorde con el proceso comunicativo que da pie a la aceptación y participación de las criaturas. De esta manera, se mostrará la cuchara y se esperará la respuesta, ofreciéndonos su aceptación abriendo la boca y será entonces cuando introduciremos la cuchara en la boca.

Nuestro modelo pedagógico nos ofrece una línea clara sobre la tipología de alimentos a introducir en base a su desarrollo fisiológico, de tal forma que la alimentación entera, se introducirá cuando las criaturas ya tengan los cuatro premolares. De esta manera, sería raro ver a una criatura comer entero en regazo. Esto se justifica no solamente por los atragantamientos, sino por las posibles experiencias negativas derivadas de las situaciones de dificultad a la hora de no poder tragar la comida. De igual forma la fisiología de las criaturas se encuentra más preparada para la digestión de la comida entera cuando existen ya estos cuatro premolares.

El momento de higiene forma parte de estos instantes de atención individualizada y, por lo tanto, también ha de contener los mismos elementos de la comunicación (anticipación, tiempo, aceptación) entre las personas adultas y las criaturas, así como gestos delicados por parte de las educadoras a la hora de realizar las acciones manipulativas.

Utilizamos un paño de algodón suave o similar, que podemos humedecer si fuera necesario, para realizar la limpieza de las manos y la boca de las criaturas.


El pupitre o mesa individual

El paso del regazo al pupitre es una experiencia muy enriquecedora para la criatura, un momento más en su desarrollo hacia la autonomía, fundamental para alcanzar una plenitud emocional y física.

Ante la pregunta “¿qué momento es el más adecuado para pasar al pupitre?”, debemos tener en cuenta su evolución en el regazo y en otros contextos de sus rutinas diarias, por ello se deberán dar los siguientes requisitos para poder ofrecer esta nueva oportunidad de autonomía:

·       Observaremos durante el regazo que la criatura tiene interés por coger la cuchara y llevársela a la boca.

·         El niño o la niña en el regazo debe saber coger el vaso con las dos manos y llevárselo a la boca de forma autónoma.

·         La criatura ha de ser capaz de sentarse por si misma de forma estable y sin apoyo. Será interesante observar si la criatura es capaz por si misma no solo de mantenerse sentada en el pupitre, sino también que sea capaz de acceder y llegar a esa posición por si misma.

·         Capacidad de comprensión sobre lo que esperamos de la criatura cuando le hablamos. Esta circunstancia puede ser observada no únicamente en los momentos de comida, sino también en otras situaciones de cuidados, como el cambio de pañal o la vestimenta.

 

“Los parámetros de la observación: son la calidad de la actividad, su contenido, su duración y su lugar en su comportamiento global del niño. Esta vez no se trata de verificar de lo que es capaz en determinadas circunstancias, sino de observar los momentos habituales de su vida, de mirar al niño espontáneamente activo. De tal forma que permita ver a la criatura, descubrirlo y actuar en consecuencia.”(Herran. 2018)

 

La relación entre educadora y criatura debe ser positiva para fomentar un estado emocional de confianza y respeto. La conexión visual y comunicación verbal de la persona adulta es fundamental para promover un buen diálogo y transmitir la vivencia de la comida como un instante relajado y tranquilo. Esta conexión y comunicación de confianza es fundamental para que las criaturas interioricen las pautas que les ofrecemos de una forma natural y no como una norma impuesta.

La educadora se sentará de forma cómoda delante del pupitre o mesa individual, existiendo un contacto visual con las niñas y niños, y facilitando su ayuda a las criaturas que lo necesiten, de tal forma que no se genere una tensión en su tono.

En base a su grado de autonomía, y como inicio a la comida en grupo, se pueden juntar dos pupitres o mesas individuales, en ese caso la educadora se situaría en medio de los dos acompañando dicho momento.



Mesa en grupo

La comida en grupo sigue ofreciendo nuevos pasos hacia su autonomía, y también hacía su integración en el modelo social, compartiendo esos momentos con sus iguales, siendo momentos sociales distendidos y de disfrute donde se afianzan relaciones interpersonales y se comparten diálogos y vivencias.

De esta manera y en un contexto social, las criaturas irán conociendo las normas sociales en la mesa, siendo partícipes en los diálogos que se establezcan durante la comida e incluso podrán cooperar en la puesta y retirada de los elementos utilizados para comer.

Conviene una buena organización previa por parte de las personas adultas, para así poder establecer los grupos y turnos de comida más adecuados a las necesidades y desarrollo de cada criatura.

Se elaborarán turnos de comida estables para que las criaturas puedan anticipar el momento en el que les toca comer, con flexibilidad para introducir cambios derivados de las necesidades individuales de alguna criatura. Un miembro de la pareja educativa atiende el momento de la comida y el otro/a atiende las necesidades del resto de niños y niñas.

Los grupos serán reducidos, para favorecer el acompañamiento más individualizado por parte de las personas adultas. El número máximo de criaturas por grupo se establecerá en base a su desarrollo, el espacio y el mobiliario del que dispongamos.

El orden de lavado de las manos, los turnos de comida, la ubicación estable de cada criatura en un sitio de la mesa, son rutinas que buscan favorecer la seguridad de las niñas y los niños, de tal forma que puedan anticipar lo que va a ocurrir, en qué momento y dónde, siendo cada vez más protagonistas de su propio proceso y donde la persona adulta tendrá cada vez menos intervención.

El momento de la comida es propicio para promover la cooperación en todas las oportunidades que se den en la mesa, como servirse el agua o llevar el plato y los cubiertos al carro. Esta cooperación será siempre una oportunidad y no una obligación,siempre irá liberada de expectativas y juicios hacia las criaturas.

El papel fundamental de la educadora es el de observar para conocer a cada criatura plenamente en ese contexto y acompañar con amabilidad generando entornos de diálogo y escucha.


BIBLIOGRAFÍA

·   Fomasi, I. y Travaglini, P.J. (2016): Cuidados corporales de acuerdo con los principios Pikler. RELAdEI. Revista Latinoamericana de Educación Infantil, 5(3), 74-86. 

·   Herrán, E. (Editora) (2018). Cap. II, Claves de educación Pikler-Lóczy (pp. 207- 229), Pikler, Budapest.

·   Kálló, E. (2016): Sobre la unidad de los cuidados y la educación, una vez más. RELAdEI. Revista Latinoamericana de Educación Infantil, 5(3), 15-20. 

 


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