DISFRACES EN LA ESCUELA INFANTIL

 

Palabras clave: disfraz, criatura, iniciativa, oportunidad, fiesta, respeto.

 

INTRODUCCIÓN

Cuando llegan fechas señaladas en las que el disfraz toma partida de la celebración, dejamos a un lado lo verdaderamente importante, que es el sentir de la criatura.

Es un tema bastante controvertido a día de hoy, ya que en muchas ocasiones las familias y los profesionales de la educación, nos movemos por las modas y las tradiciones de la región. Pero creemos que, por encima de esto, está el deseo y la necesidad de las niñas y de los niños, ante un tema tan complejo como puede ser el de disfrazarse.

Ponerse un disfraz, algo que para las personas adultas no tiene por qué tener importancia, implica tener una conciencia plena sobre quién eres. A estas edades tan tempranas, la actividad diaria de las criaturas se basa en satisfacer sus necesidades básicas y su capacidad de acción a través de los entornos en los que se encuentran. Además, están adquiriendo su autoimagen y el disfraz puede distorsionar la imagen que están construyendo, pudiendo ocasionarles diferentes emociones como miedo, frustración, inquietud e incomodidad.

Por otro lado, se tiene la creencia de que el disfraz potencia la imaginación de las niñas y de los niños. Como profesionales, opinamos que las criaturas desarrollan su imaginación a través de la manipulación de los diferentes objetos que están a su alcance. Dándoles la oportunidad de ser ellas mismas y de poder elegir aquello que quieran en cada momento. Todo ello con un acompañamiento y una presencia plena de la persona adulta, que le muestre seguridad, respeto y confianza.

CONSTRUCCIÓN DEL YO Y CONCIENCIA PLENA

En torno al año, la criatura comienza a ser consciente de que es un ser individual y empieza a desarrollar el sentido de sí mismo/a cómo entidad física separada de la madre. En la construcción y percepción de su identidad personal, juega un papel clave lo que la persona adulta le dice. Es decir, los y las bebés confieren significados en función de lo que los demás les transmiten del mundo, de todo lo que le rodea y de sí mismo/a. Por ello, es muy importante evitar poner “etiquetas” que impiden no sólo que la criatura se autodefina, sino que desarrolle una buena autoestima.

Todo este proceso es largo y los niños y niñas necesitan tiempo para poder tener una conciencia plena de quienes son. Si todavía no la han adquirido, ponerles un disfraz sería envolver a las criaturas en algo con lo que no se van a identificar.

Por otra parte, a través de los cuidados cotidianos que recibe por parte de la persona adulta, la criatura satisface sus necesidades fisiológicas. Comienza a señalar, después a reconocer y finalmente a expresar de una manera matizada las necesidades en sí mismas y los requisitos para su satisfacción. Gracias a esto, la criatura mostrará interés hacia sí misma y hacia el mundo que le rodea. 

 

La persona adulta satisface las necesidades de contacto corporal del bebé a través del tacto, un toque delicado, no intrusivo. A través de cada cuidado busca estimular el placer que siente el niño y la niña en manipular, controlar, hacer solo y ser mayor. 

Si la criatura en esos momentos de cuidados siente seguridad, será capaz de adquirir mayor autonomía. El papel de la persona adulta pasará a ser una actividad más indirecta, donde dejará a la criatura que tenga capacidad de acción y elección.


DISFRAZ SÍ, DISFRAZ NO

Para la persona adulta las festividades que invitan a ponerse un disfraz, puede ser una fecha esperada, llena de ilusión, festiva… y en definitiva puede ser como la oportunidad de revivir la propia infancia. Debemos ser conscientes que somos nosotras las que podemos querer transitar estas emociones y que, si es así, estamos basando nuestro anhelo y nuestra necesidad en un momento en que, quizás, no está nada alineado con la necesidad y anhelo de las criaturas que acompañamos. A veces nos entusiasmamos tanto que no pensamos en la repercusión que tienen nuestros actos en los demás.

Las criaturas no siempre muestran predisposición por disfrazarse, hay a las que no les gusta ponerse complementos o pintar su piel, no se sienten cómodas o se sienten tímidas. Respetar su decisión implica unos beneficios:

-       Les enseñamos a escucharse a sí mismas, identificar sus gustos y emociones.

-       A ser capaces de decir “No”.

-       La importancia de la escucha y el respeto a los demás.

-       A superarse a sí mismas, sin necesidad de sentirse frustradas y obligadas.

-       A superar el sentido del ridículo desde un lugar seguro para ellas.

 

En estas primeras etapas del desarrollo ponerse un disfraz puede ser muy divertido, pero también puede ser incómodo o inquietante, viviendo una experiencia muy intensa, ya que al mirarse al espejo no se identifican ni se reconocen. Además, les puede generar miedo, tanto al disfrazarse ellas como al ver disfrazadas a las demás criaturas o personas adultas a las que tampoco reconocen.     

¿CUÁL ES NUESTRO PAPEL COMO EDUCADORAS Y EDUCADORES?

La persona adulta observa atentamente a las criaturas para así conocerlas en profundidad y poder dar respuesta a sus necesidades, atendiendo siempre a su momento evolutivo. A través del vínculo creado en los momentos de cuidados cotidianos, las criaturas se sienten libres y seguras para sumergirse en su propia actividad. Las personas adultas son generadoras de entornos donde a través de la relación del niño o la niña con el entorno, se va descubriendo a sí mismo/a, a través de su interés e iniciativa.

Cómo ya hemos comentado anteriormente, las criaturas en las primeras etapas del desarrollo, al disfrazarse pueden sumergirse en una realidad más distorsionada y menos entendible, lo que no facilita el conocimiento del entorno y por lo tanto puede suponer incertidumbre. Por ello, es importante no generar momentos confusos para ellas.

Sabemos que es algo cultural y que desde edades muy tempranas nos han inculcado la necesidad de ponernos un disfraz cuando llegan ciertas fechas señaladas. Esto tiene una repercusión social, ya que muchas veces, nos sentimos obligados a hacerlo, por el simple hecho de que la mayoría de personas adultas lo hacen. El aprendizaje de la cultura y sus valores, al igual que en otras áreas, el niño y la niña las adquieren a través de las personas adultas que las acompañan.

En nuestra escuela, cuando llega la fecha de alguna festividad en la que el disfraz toma partida de la celebración, respetamos la decisión de cada criatura y su familia. Ofrecemos libertad para que vengan vestidas según deseen. De este modo les permitimos expresarse, sentirse escuchadas y tenidas en cuenta. Además, les estamos enseñando a escucharse a sí mismas y a respetarse, siguiendo su propio instinto y dando valor a su propia identidad.

Desde nuestra mirada, preferimos trabajar con propuestas abiertas, que no dejen de lado la transmisión cultural, pero sin necesidad de colocar a los niños y niñas en situaciones que puedan ser incómodas, ofreciéndoles materiales cómo telas o complementos y que sean ellas las que lo doten de significado.


Todo empieza por cada una de las personas adultas, con una forma de acompañar y mirar a la infancia de forma merecedora, cuidada, con sentido común, amor y con respeto mutuo. «El Carnaval mola, pero más mola ser respetado» Yessica Clemente.

 
 

E.I Elena Fortún, Madrid. Autores: María Minaya Moreno, Laura Aguado Esteban, Ana Rodríguez Rodríguez

 

BIBLIOGRAFÍA

-   Pikler-Lóczy de Hungría, A. (2017). Claves de la Educación Pikler-Lózcy. Budapest, Elena Herrán.

-  Winnicott, D.W. (1981) Capítulo 4: La integración del ego en el desarrollo del niño. (pp. 65–73). En El proceso de maduración en el niño. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Barcelona, España: Laia/Barcelona.

-   Altamir, D (2010). ¿Cómo escuchar a la Infancia? Octaedro.


 

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